Aceptación

Acoger al otro como un enviado de Dios

¿Somos capaces de acoger al otro como siendo un enviado de Dios?

Creéis dar lo mejor de vosotros mismos, pero ¿está vuestro corazón en armonía con vuestro lenguaje? Está vuestra alma en osmosis verdaderamente con lo que estáis diciendo? Acaso no emitís juicios sobre las personas cuando se acaban de ir?


Somos humanos y divinos a la vez, no somos únicamente humanos. Somos hijos de Dios totalmente y gracias a esta apelación de “hijo de Dios” tenemos derecho a la misma herencia que el Hijo del Hombre, o sea Cristo. A través de esta herencia tenemos derecho a toda la consciencia universal, a toda esa fuerza de amor que está dentro del hombre, que Dios nos da permanentemente. Entonces de lo que se trata por encima de todo, es de olvidar a veces que somos humanos.

 El amor, es el acto de dar pero también de recibir. Por esto es importante olvidar cualquier criterio sobre nuestra individualidad. Debemos acceder a una comprensión mayor de la personalidad y a partir de ese momento, comprenderéis que estáis recorriendo cada vez más el camino crístico.

Tenéis la impresión de hacer vuestras tareas. Lo sé porque todos los humanos han tenido o tienen esta impresión: hacemos nuestro deber, cumplimos nuestra misión, pero ¿en función de qué criterio? Creéis dar lo mejor de vosotros mismos, pero ¿está vuestro corazón en armonía con vuestro lenguaje? Está vuestra alma en osmosis verdaderamente con lo que estáis diciendo? Acaso no emitís juicios sobre las personas cuando se acaban de ir? El aspecto de su indumentaria no sigue siendo para vosotros una fuente de crítica? Creéis dar una imagen de perfección, pero en el interior de vosotros, estáis en el anverso de esta perfección.

Pero no debéis culpabilizaros: estamos aquí viviendo un extraordinario tramo de vida y Dios os ha dado la posibilidad de comprender y actuar. Pienso que un Centro también está para progresar de forma permanente, al estar en contacto unos con otros. No hay evolución espiritual cuando hay estancamiento. Y es muy importante no dedicarse a investigar a unos individuos rechazando a otros. Todo el mundo tiene derecho a vivir y existir, incluso si las apariencias engañan, pues Dios, en su infinita bondad, nos presenta a menudo el anverso de nosotros mismos para que nos veamos también en el espejo de los demás, y el comportamiento que creíamos puro no es sino una mistificación dela verdad. Hayque dejar de ser apariencia. Hay que ser, sencillamente.

El Centro es como un gigantesco tamiz que no os dejará pasar nada si estáis en este eje de amor. Cada vez que se cometen errores, se ven en la criba y no pasarán por sus agujeros. Pues Dios nos quiere….  no solamente perfectos, en el sentido de no tener pecado, no se trata de esto cuando se busca a Dios… La búsqueda de Dios requiere que el hombre esté en su dimensión, tal y como nos ha creado. Que seamos dulces y humildes de corazón pues Dios nos ha dado un alma, y esa alma es una fuerza de amor. No es otra cosa que amor en estado puro que hemos aprisionado, encerrado en un cuerpo desgarrado por los sufrimientos causados por nuestras autodestrucciones, nuestras faltas de amor. Creíamos amar, pero no hacíamos otra cosa que moralizar sobre el amor y nunca ejecutábamos el amor que Dios nos pedía que diéramos. Si en nuestro amor entra moral, en cualquier forma que sea, tiradlo por la ventana ya que ningún acto de moral pudo nunca salvar el mundo. El amor debe ser una fuente que brota de uno sin intentar comprender, sin intentar ponerse en valor, sin intentar hacerse querer, sin buscar lo que será mañana….


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