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En la creación ¿qué belleza me da respuesta más particularmente?
Todo es armonía y orden perfecto. Desde el momento en que hay discordia, la belleza se pierde. Hay que comprender que la belleza no es vista del mismo modo por cada uno de nosotros. Esto demuestra una vez más que somos únicos.
La belleza es algo vivo. Dios creó el universo. Ofreció a nuestra vista cuanto podía enriquecernos, embellecernos. Y tan solo la belleza puede embellecer nuestra alma, nuestra consciencia. La belleza no puede ser estática. Cuando contemplamos montañas o un paisaje, tenemos la impresión de que nada se mueve y, sin embargo, hay vida. Es esta vida a través de los minerales, los árboles, a través también de la relación entre tierra y cielo, lo que hace que el hombre va a descubrir la belleza. Y cualquier belleza crea la armonía del mismo modo que la armonía crea la belleza. Pero la belleza puede no ser contemplada del mismo modo por ojos distintos. Existen bellezas distintas que no corresponden ni significan siempre lo que uno cree. Si me habláis de las artes, las bellezas abstractas, por ejemplo, muchas veces no tienen sentido para el ojo. Si se les descubre cierta belleza, es que el pintor ha querido transmitir una búsqueda de la belleza que no encontraba reflejada en la cara de los hombres. Es un trabajo interior del pintor que demuestra que lo que uno ve, no es la realidad. Os lo he dicho en muchas ocasiones “Lo que veis ¿de verdad existe? ¿No es acaso una ilusión lo que estáis viviendo?” Entre la ilusión y la realidad ¿dónde está la belleza? ¿Dónde se ubica? El pintor va a expresar un paisaje desconocido para el hombre, procedente de su búsqueda interior. El sabe que perdió antaño la consciencia de cierta belleza. Y ésta sólo se puede reflejar a través de cierta luz, a veces a través de sonidos. Se puede encontrar belleza en una música. Los sonidos y la luz sólo se perciben a través de cuanto hay en nosotros de invisible por mediación de nuestros sentidos. La belleza no viene a nosotros simplemente por la mirada. Puede describirse también por la boca, por ejemplo, en el caso de los ciegos. Ellos pueden decir que algo es muy bello incluso sin ver. Del mismo modo los perfumes nos son dados también como reveladores de la belleza. Toda belleza tiene su expansión y resplandor, por esto os digo que no puede haber belleza sin armonía ni armonía sin belleza pues una y otra son complementarias.
Dios en su creación es un matemático. La matemática cósmica crea un equilibrio perfecto en nuestras galaxias y más cerca de nosotros, en nuestro planeta Tierra. Todo es armonía y orden perfecto. Desde el momento en que hay discordia, la belleza se pierde. Hay que comprender que la belleza no es vista del mismo modo por cada uno de nosotros. Esto demuestra una vez más que somos únicos.
La belleza se descubre precisamente por el interés que le concedemos. Es a través de su riqueza interior que el hombre se revelará a sí mismo. Es porque emana de él cierta belleza que va a descubrir la belleza que le rodea. La belleza es integrante al alma.
Es así como podemos comprender la extraordinaria aventura del hombre en su búsqueda. Mirad los niños pequeños, escuchad sus primeros balbuceos: el niño intenta imitar lo que él ve y lo que encuentra bello. Los colores que le gustan no son siempre los que nos gustan. El niño va a descifrar una belleza que corresponde a su búsqueda, a su búsqueda momentánea que puede ser diferente el día siguiente o algunas semanas mas tarde. Pero esta belleza es absolutamente necesaria para su evolución: pasa a través de los colores, las formas… De este modo vamos a comprender todo un sistema, un trabajo colectivo ya que la humanidad está compuesta de miembros diferentes, unidos en un mismo cuerpo. De ahí procede esa extraordinaria armonía de la creación divina.