¿Podemos compartir una belleza sentida en un momento vivido en una peregrinación, misión, itinerancia o en familia, con los amigos etc.? ¿En qué este instante era bonito?
...la belleza del desfile en la arena: ver a la gente avanzar, cantando y rezando, bajo ese cielo amenazador y al mismo tiempo la presencia del sol que nos hacía comprender que la Luz sería victoriosa en todas partes.
¿Cuál fue la belleza de la peregrinación del Mont Sant Michel?
La belleza se puede describir en niveles muy distintos. Para los hombres hay que describir lo visible. En el curso de esta peregrinación, Dios nos ofreció por primera vez el desencadenamiento de los elementos, lo que significaba su ira ante la ceguera y la sordera de sus hijos.
Desde que vamos al Mont Saint-Michel, era la primera vez que éramos tan numerosos. Dios nos llamaba a hacer este trabajo para los demás. La belleza para mi, fue en primer lugar esta aceptación, esta desnudez de la que hablábamos antes. Esto no parece nada, pero el símbolo de ponerse descalzos tiene una importancia capital. Antiguamente los peregrinos iban descalzos, es decir desprendidos de cuánto les estorbaba. Al nacer, estamos desnudos, ¿verdad? Y ese día en el Mont Saint-Michel, esta desnudez en el caminar hacia Dios para los demás, ya era en sí una belleza.
La segunda belleza era la reunión de todos esos hombres llegados de todos los horizontes con unas identidades, unos lenguajes diferentes, representando países tan distintos unos de otros. Todos estos países confundidos no eran sino un solo sufrimiento. Todos esos hombres y mujeres presentes fielmente para servir, para responder a una llamada hecha, eran ya de una belleza fulgurante. Cuando el Cristo nos dice: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado", nos quiere revelar algo. Quiere decirnos: "Si no os amáis como yo os he amado, ¿cómo podríais reuniros conmigo? Sois parte de mi cuerpo, yo soy el tronco, vosotros sois los miembros." ¿Cómo podríamos ser unos miembros desprovistos de belleza, unidos a un cuerpo de belleza?
Estos niños, estos adultos estaban confundidos en un mismo ideal, una misma óptica: rezar y cantar, fundirse y confundirse, unirse en una misma osmosis de la que había desaparecido toda identidad humana. Nosotros éramos sino uno para marchar hacia la libertad.
Es una belleza muy difícil de describir con palabras. Sabiendo hasta qué punto nos odian y rechazan, ahí está todo el valor de este caminar: atreverse a decir al mundo entero lo que somos.
No hablaré de la belleza del desfile en la arena: ver a la gente avanzar, cantando y rezando, bajo ese cielo amenazador y al mismo tiempo la presencia del sol que nos hacía comprender que la Luz sería victoriosa en todas partes. Visteis al día siguiente: el sol, el calor, todo estaba seco. Es una demostración flagrante del amor de Dios hacia el hombre. Estas son bellezas accesibles al ojo, pero todo lo que había en el invisible ¡tenía una belleza tan grande!
La victoria de la Luz significa que Satán perdió sus privilegios, que perdió la batalla. Dios pone en marcha ese fabuloso trabajo de la "limpieza". Entonces, claro, es una belleza indescriptible y os ha inundado de fuerza. Los niños hicieron esa travesía larga y difícil con la sonrisa; estaban en silencio en las iglesias el sábado y el domingo ¡Que paz emanaba de ellos! Esta belleza ahí también, nosotros no podemos describirla con palabras. Durante las Vísperas, el padre dijo: "Todos habéis recibido el Espíritu Santo, sois bendecidos por Dios". No tenía porque hacer ninguna homilía durante las Vísperas, pero estaba llevado por una fuerza que le superaba, que no podía contener. Esto quiere decir que él estaba transportado por una fuerza que le superaba, que no podía contener. Para mí, todo esto son bellezas que no se explican, sino que se viven.