Confiemos a nuestro grupo las culpabilidades o los remordimientos que llevamos dentro de nosotros desde a veces mucho tiempo. Liberémonos de este peso.
Dios es bueno, Dios es amor, Dios no es un juez. No importa lo que has hecho, no importa los recuerdos que tienes. Borra tu pasado.
A menudo la culpabilidad se oculta en lo más profundo de nosotros mismos. Podemos tener imágenes muy sencillas de la culpabilidad. Siendo niños podemos haber hecho travesuras, por ejemplo, podemos haber estado en un grupo, consciente de la fractura de una pierna o un brazo, o de un miembro de otro niño. Y por x razones, estos niños no lo dirán, no lo dicen a sus padres. Esto sucede todos los días. lncluso ayer por la noche escuché algo parecido. Lo guardan para ellos. No importa, se puso una escayola, los niños mintieron, como todos los niños del mundo, pero es algo que se queda en el fondo de uno mismo.
Uno se convierte en adulto, llegando a ser padre o madre, pero además de eso tenemos miles de otras culpabilidades de todo tipo. ¿Quién no ha mentido en su vida? ¿Quién no le ha fallado a alguien? ¿Quién no ha sido deshonesto? Todos somos deshonestos. ¿Qué es la honestidad? Se podría decir mucho sobre ello. Si miramos hacia atrás sobre nosotros mismos, nos damos cuenta que todos somos culpables de tantas cosas: por ejemplo, la falta de generosidad... ¿Cuántas veces podíamos haber dado la bienvenida a alguien... Pero estábamos disfrutando con un libro o viendo un partido en la televisión – y hablo en nombre de cualquiera. Y en ese momento, no hemos atendido a la persona que llegaba a nosotros y necesitaba que se le diera algo.
Para otros, estábamos en una comida familiar y alguien llamó un poco tarde, estaba solo, pero qué le vamos a hacer... Y nos culpabilizamos... ¿por qué no le hemos invitado? Uno más, uno menos, esto no importa, ¿por qué lo hemos dejado solo?
Como veis, al inicio son detalles insignificantes que van a hacer de nosotros unos monstruos, ya que, de hecho, todas estas culpabilidades se van a ir acumulando dentro de nosotros y en lugar de crear un buen mantillo, van a formar un estiércol, pero un estiércol que no se podrá mover de allí... Y de este modo iremos dando una negatividad a todas nuestras formas de pensamiento y de acción y a todo lo que nos revelará la vida. Lo llevaremos con nosotros como una pesada carga, porque tan pronto como nos encontremos ante un evento que nos recordará nuestros fallos, o sea nuestras culpabilidades, veremos que el otro está ante el mismo problema. Y él nos lo explicará: "Ya sabes, es terrible, engañé a mi esposa, es horrible, soy un sinvergüenza, ya sabes..." Vamos a escuchar esto, pero como ocurre que hicimos lo mismo, y nunca lo hemos dicho, vamos a sentir el peso de la culpabilidad. Escuchamos al otro, pero el peso sigue estando allí. Vamos a tratar de ayudar al otro, pero ¿quién nos va escuchar a nosotros? ¿A quién vamos a contárselo? Así es como llegan las depresiones. Del estado depresivo pasamos a la depresión, y luego al alcohol y a las drogas. Son nuestras culpabilidades que nos llevan a esto.
En cuanto nos damos cuenta de todas las cargas que tenemos en nosotros, comprendemos que esto es lo que nos separa de Dios. Satanás nos conoce bien: tan pronto conoce nuestras debilidades, conoce nuestras estructuras y también nuestras faltas de estructura, conoce nuestras posibilidades y nuestras imposibilidades para hacer frente a ciertas cosas, y hacer frente a otras. Entonces jugará con todas las facetas de nuestras culpabilidades. Y es cuando el niño pequeño que había empujado a la niña en las ortigas, él, ese hombre que ya se ha hecho abuelo, con todo esto que sigue estando en su interior, él, que también quiso tomar por la fuerza a la niña pequeña que tenía 14 años, cuando él tenía 17: ¡la culpa! El también golpeó a alguien en el metro un día cuando estaba enojado, etc. : ¡la culpa! Este hombre llegó a la madurez en su vida, pero nunca se liberó de todo esto. No es nada, pero ¡es enorme! No es nada si alguien le dice que no es nada. Pero ¿cómo podemos decirle que no es nada si no se sabe lo que hizo? Él tendrá que llevar su peso, su carga toda la existencia, hasta su muerte. Y es por eso que las confesiones de antaño antes de la muerte eran tan importantes porque los sacerdotes decían: "Si usted tiene algo que decir, ¡libérese!" Y en ese momento liberaba su conciencia, a menudo eran cosas pequeñas que se remontaban a 30, 40, 50 años, pero se habían convertido en una montaña en la mente del hombre que sufre, porque la sombra es lo que impide su felicidad. Esto le pesa, y para Satanás es una alegría el ingeniárselas para hacer crecer sin medida unas motas de polvo y convertirlas en una montaña; va a procurar que engorden nuestras culpabilidades constantemente para que nunca podamos conocer la felicidad. Se las ingenia para destruirnos ya que no puede crear nada. Entonces se dedica a destruir lo que ha sido creado.
Y es a nosotros que nos toca, a nosotros que conocemos todo esto, decirles a los demás (y nunca os equivocaréis diciéndolo): "Dios es bueno, Dios es amor, Dios no es un juez. No importa lo que has hecho, no importa los recuerdos que tienes, borra tu pasado." Es por eso que en Cros, es tan importante que la gente sepa que han sido liberados, que han sido lavados, ya que el punto decisivo en la evolución del hombre es cuando sabe que ya no tiene nada, que ya está libre, limpio, que todo ha sido lavado, que lo ha ofrecido todo a Dios y que Dios lo ha perdonado todo. Si el hombre no se sabe perdonado, es incapaz de vivir y sobrevivir. Si el hombre sabe que es amado y perdonado, entonces todas las fuerzas le son devueltas y puede combatir a todos los adversarios para lograr lo que quiere. Hay que comprender y sentir que cualquier hombre, cualquier mujer que uno ve en la calle, sea quien sea, abuela, madre, todos, todo el mundo es culpable y todos se sienten culpables.
La culpabilidad es la gangrena del hombre, ya que uno sólo puede ser libre si entrega todo este pasado a Dios. Y ahí es donde entendemos la parábola de Cristo: "Si tienes problemas, si tienes cargas, déjalos, los llevaré por ti." El Señor conoce la pequeñez del hombre y sabe que para nosotros, para cada uno de nosotros esas cargas son muy pesadas de llevar. Él puede llevarlas porque las sublima. El sabe que nuestros fallos, nuestras culpabilidades que para nosotros son enormes, no tienen ningún sentido para Dios, pero esto no lo sabe nadie. Y el hombre camina con esa carga que cada día le resulta más pesada. Es por ello que un ser humano sólo puede encontrar la felicidad si precisamente encuentra la posibilidad de aliviar esa carga, y puede liberarse de todas sus culpabilidades que se han alojado en lo más profundo de su ser y que son un peso.
Además, lo podéis ver, cuando uno armoniza a unas personas, cuando uno está en contacto con enfermos que nos hablan por primera vez, uno se sorprende, lo habéis comprobado, de oír a unas personas decirnos unas cosas extrañas, asombrosas, cosas que no tienen ningún sentido para nosotros: "sabes qué, mi prima, es algo terrible, yo había firmado un acta, comprendes, y yo no creía estar haciendo nada malo, había firmado un acta pero no sabía que con ello yo la estaba desposeyendo". Son unas cosas de las cuales esas personas no consiguen liberarse, y a veces tienen ya más de 70 años cuando nos las pueden contar.
Es cierto que cometemos errores, pero ¿quién no los comete? Es por esto que debemos esforzarnos para liberar, liberar y hacer sentir a todos los que se sienten culpables que Dios les ama, tales y como son, desde el momento en que tratan de transformarse, y por lo tanto de sentirse mejor.