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Este temporal y este intemporal están unidos. No hay separación entre el temporal y el intemporal, entre lo visible y el invisible . No hay ni un foso, ni una muralla. Hay una dimensión que nos separa. Y a esa dimensión vamos a acceder, la vamos a obtener, no fácilmente es verdad, porque si fuera fácil, nunca el hombre podría comprender la substancia que Dios nos ofrece para obtenerla . Esa substancia , EL nos la da el día de nuestro nacimiento. Son nuestras virtudes. Todas las virtudes que Dios ha dado al hombre como gracias , los dones de Dios. Nos los dio todos , no nos falta ninguno, y sin embargo los hemos abandonado para tomar en su lugar las cualidades que estaban a la inversa de las virtudes, lo que llamamos los pecados. El orgullo, la intolerancia, la impaciencia, y todo aquello que nos hará, totalmente en general, esclavos los unos de los otros. Y como tenemos miedo de los otros , tenemos miedo también de nosotros mismos. Porque nadie tiene confianza en si mismo. Duda de los otros. Como quieren que un mundo pueda hacerse sobre semejantes bases? Es necesario entonces borrar este mundo para crear otro. Borrar no quiere decir eliminar. Pero hay una manera de eliminar este sistema que fue engendrado, justamente, en nuestros genes. El sistema genético del hombre tiene una memoria que él transporta con él y que los científicos llaman ADN. Este ADN que es un núcleo central de la célula formada de ácidos, entonces de vibraciones, tiene una memoria colectiva , genética. Pero esa memoria colectiva es la memoria negativa. Ella va a tomar todas las fragilidades del padre y la madre o los abuelos etc. El sistema genético va a engendrar de generación en generación el mismo negativo en la creación de ese nuevo niño.
Y es importante, lo que Cristo vino a enseñarnos : borrar, borrar la memoria negativa para reemplazarla por la memoria positiva.