El nos envió, EL nos envió para crear otro mundo. Este es el problema. Es que el mundo nuevo no puede más tener las mismas bases que el mundo que dejamos. Hay entonces que re enseñar a todos los niños otra forma de educación. Pero que todos los padres tengan también otra forma de educación.

Y cuando yo recibía la casa de la Educación el otro día, les preguntaba sus planes, que me preparen todo lo que harán para las nuevas escuelas. Y les dije sobretodo de preparar la escuela de padres también. Y eso quiere decir que somos ignorantes. Hemos creído, por deber, saber ocuparnos de nuestros hijos, por ejemplo. Pero nos damos cuenta muy rápidamente, que no sabemos ocuparnos. Que nuestra meta está en muchas carencias que son nuestras. Entonces es evidente que hemos olvidado algo. Y si vamos a recrear un mundo, no vamos a recrear una medicina química. Hemos sufrido por la medicina química. Si hay tanto cáncer, si hay tantas enfermedades de toda clase que hemos inducido sin contar la polución. Pero no olviden que la más grande polución humana no es el gas, es todo aquello que se proyecta en el aire, son sus maneras de pensar. Es lo que uds crean permanentemente con sus hábitos, sus comportamientos, y sus acciones. Esos son temibles. Y es esa la más grande polución de la humanidad.

Y debemos tomar consciencia de esto. Porque decimos bien que vamos a cambiar, hacemos esfuerzos, si yo sé que se hacen esfuerzos, pero hay que llegar al fondo. Hay que llegar al fondo de uno mismo. Entonces como? Como, cuando uds ponen toda su buena voluntad ? Está dicho, lo decimos, mismo en la misa del domingo, cuando sabemos que nos dirigimos a Dios y Dios observa a los hombres. EL ve los hombres de buena voluntad que somos, pero eso no alcanza, eso es el pecador. Los hombres de buena voluntad, somos por ejemplo 6 millares de buena voluntad. Pero no es eso lo que cambiará el mundo de mañana, esas buenas voluntades no son más que el magma del cual queremos salir. Entonces por una vez ir hasta el fondo de esas buenas voluntades, esto quiere decir hacer, actuar, y para hacer y actuar, curiosamente, y esta ambigüedad es enorme, hay que abandonarse.