Esto no impedirá estrictamente y lo digo aquí, las armonizaciones. Porque una armonización es el hecho concreto y absoluto de volver a dar al cuerpo físico, psíquico y moral el contenido de su divinidad. Esto quiere decir volver a dar al alma, la posibilidad de retomar el lugar que ella merece dentro de un cuerpo humano. Si no hubiera armonización el hombre no podría liberarse de sus pecados. Él no podría purificarse. Porque el maligno es suficientemente maligno, porque él sabe bien que vosotros estáis aquí esta mañana. Y esto quiere decir que cada día él pierde terreno, pero que su combate no ha terminado. Y al enemigo, dejad de verlo en vuestro vecino. El enemigo está en vosotros. Es este singular combate que es necesario que llevemos adelante día tras día, hora tras hora. Somos nosotros los que mantenemos ese flirteo constante con el maligno. Siempre creemos que es el otro, que es nuestra esposa, nuestro compañero, nuestro vecino, el tío, la tía, etc. Creo que hoy es necesario que seamos honestos y reconozcamos que el enemigo más grande se encuentra en nosotros, es el combate del ego y el alma.

Entonces la armonización es devolver al cuerpo, al cuerpo psíquico y moral este contenido divino, esta capacidad del alma de volver a encontrar la fuerza, para retomar las riendas de la vida que le fue dada. Y ella debe dar cuentas un día. Y las armonizaciones están allí para darle justamente el auge necesario, porque cuando pasemos a otro mundo muy pronto, solo podrán sobrevivir aquellos que están preparados para ello. Si no, veréis primero enormes suicidios y gente que se volverá loca en todo el planeta. Porque buscarán a muerte, pero no la encontrarán. Y esto, está escrito, yo solo repito lo que está escrito. Y esto quiere decir que los apóstoles nos han advertido, Cristo nos previno y el tiempo ya llegó en que debemos hacer verdaderamente el trabajo que se nos pide. No solo para vosotros, porque es importante para vosotros, es la salvaguarda de lo que sois. Cuando Dios os envió a la tierra, os envío mujer, hombre, para tener responsabilidades. ¿Pero responsabilidades de qué orden? No son solo responsabilidades de padre y madre de familia. Él nos envió, Él os envió para preparar otro mundo. Ahí está el problema. Es que el mundo nuevo no puede ya tener las mismas bases que el mundo que dejamos. Hay entonces que volver a enseñar a los niños otra forma de educación. Pero que también todos los padres tengan otra forma de educación.