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¿Qué quiere decir para mí: hacer la fiesta?
No podéis ayudar a los demás con una cara triste, ¡esto es imposible! El consuelo del otro comienza por la luz que emana de vuestros ojos. Esta luz emanará de vuestra mirada y a través de vuestra mirada sólo si lleváis la alegría de Cristo en vosotros.
Después de una fiesta tan bella, creo que cada uno de nosotros regresará a casa recargado, nutrido, porque la alegría, el gozo, son el alimento del alma. Nos damos cuenta que en nuestras vidas, con todas las dificultades que atravesamos, hasta qué punto están nuestras familias impregnadas de tristeza y de rigidez en los corazones, sencillamente porque no dejamos que nuestros corazones rebosen de lo que tendrían que vivir. Si somos los soldados de Cristo y nos convertimos en sus apóstoles, es preciso que esta alegría emane de cada uno de vosotros. No podéis ayudar a los demás con una cara triste, ¡esto es imposible! El consuelo del otro comienza por la luz que emana de vuestros ojos. Esta luz emanará de vuestra mirada y a través de vuestra mirada sólo si lleváis la alegría de Cristo en vosotros.
¿Qué significa alegría? Es la expresión de la vida: la victoria de la vida sobre la muerte. Si nosotros estamos vivos, es para dar testimonio de lo que estamos haciendo. La vida del hombre es muy corta. Incluso si viviésemos 150, 200 o 300 años ¿qué es esto para la eternidad? Esto quiere decir que durante este tiempo de vida, es preciso que nosotros vivamos total e integralmente esta alegría: la expresión de la vida en toda su belleza, con todos sus colores, con toda su música. Somos testigos, todos y todas, de lo que significa la tristeza, de lo que engendra la tristeza: una vida familiar se destruye por la tristeza. Verdaderamente no podemos vivir si estamos rodeados de espíritus mirando hacia la muerte, porque la tristeza ya es la impronta de la muerte.
Debemos ser conscientes, al hablar hoy día de nuestros jóvenes, de este Gran Encuentro y tratar de mirar un poco lo que pasa en nosotros. ¿Cómo podríamos atrevernos a decir que vamos a reunir a jóvenes del mundo entero si no hemos hecho balance en nuestro interior? ¿Cuál es el sentido de nuestra vida? ¿Cuál es la fidelidad a Dios que expresamos cada día? En lugar de volvernos siempre hacia nosotros, de siempre volver la mirada hacia nosotros con nuestros egoísmos, si queremos y si debemos hacer este Gran Encuentro, debemos convertirnos todos en ejemplos vivientes para toda la humanidad. Esto, la juventud lo ha comprendido muy bien.
Esta mañana, habéis escuchado a vuestros jóvenes hablar y en las Triadas, todos habéis expresado todo el trabajo ya comenzado para construir ese trampolín hacia el Universo: la unidad de la humanidad con un único objetivo y que el mundo de mañana sea diferente. Es verdad que nosotros, los adultos, tenemos un espíritu deformado porque el mundo de la materia nos ha sellado a la materia. Y llegamos a ser inertes como la materia porque nos consideramos materia. Entonces es preciso romper este caparazón de la materia para poder alcanzar el espíritu amurallado en nosotros. Cada uno y cada una de nosotros debe volverse joven. La fiesta no es más que la expresión momentánea, unas cuantas veces al año, de lo que la vida quisiera ser en la tierra.
¿Habéis realizado lo que quiere decir el Edén? ¿el Paraíso? No es acaso precisamente esta alegría expresada las 24 horas del día con nuestros hermanos, con los animales, las flores, el agua, la tierra y todos los misterios que encierra esta naturaleza. La alegría, es la expresión absoluta y certera de que nosotros estamos aquí juntos para ofrecer a Dios una comunión que no se ha realizado desde hace milenios y milenios en esta tierra. Cristo vino, quiso encarnarse como hombre para demostrar a los hombres que Él era, Él, hijo de Dios, intermediario para los hombres y poder decir: "Sí, mi Padre está con vosotros, sí, mi Padre es vuestro Padre, pero por esta razón, Le debéis la vida, Su semejanza, le debéis esta alegría expresada". Cuando Él crea la naturaleza, crea la belleza; cuando Él crea la música, crea la armonía y cuando Él creó al hombre, se ocultó en su interior para que en total humildad, se encarnara el amor y pudiera actuar en vosotros con toda libertad, en vuestra libertad, en vuestras elecciones de vida y de existencia. Tal es la expresión de Dios.