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¿Cuales son las virtudes que nos faltan? Es ahí donde es necesario que tengamos de golpe un día tomas de conciencia. ¿Cuales son las virtudes que yo amaría poder tener? ¿Si no las tengo, que me impide tenerlas? Entonces busquemos el reverso de esas virtudes y comprenderemos que tenemos los defectos que corresponden. Entonces la guerra, esto yo se los decía en Carnac, ella no pasa por vuestros enemigos exteriores. Por eso Cristo dice: “Rezad por vuestros enemigos“. Pero el más grande enemigo del hombre es él mismo. Es lo que corresponde en la mitología por ejemplo al dragón, a las bestias enormes, etc. lo que podemos leer en las mitologías. Es el hombre con sus miedos, con sus terrores, con su imaginación, es decir su ilusión. La ilusión hará de él un verdadero monstruo. ¡Él es un monstruo, el hombre, si no tiene acceso a la luz para este esclarecimiento de ver dónde está su virtud, donde están sus defectos!
Y cuando sabemos que amaríamos ser pacientes, nada nos impide de serlo. ¿Si de golpe nos damos cuenta que no somos generosos, entonces que nos impide ser generosos? Es el miedo a que nos falte. ¿Y si de golpe nos damos cuenta que somos envidiosos, que es esa envidia entonces que corroe al hombre? ¿Cual es el defecto que podría bien ser el antídoto, cual es entonces esa cualidad que podría hacernos bascular y no ser más envidiosos? ¡Simplemente tener confianza en si mismo! Es el miedo a no ser reconocido, de no ser amado . El el miedo que el otro, el otro, siempre algún otro sea superior a nosotros. Tenemos miedo que el marido prefiera a otra, o que la mujer prefiera a otro. Esos celos corroen al hombre. No es más que la absoluta certeza que no tenéis confianza en vosotros mismos. Pero tener confianza en uno “sin embargo yo era orgullosa, entonces tenía confianza en mi...”. Si, yo tenía confianza en mi en el intelecto que yo poseía, no en mi alma. Es Dios que está ahí y El está por encima de todo, El tiene todas las virtudes y si yo puedo tener confianza en mi, es a través de Él. Entonces no más celos. ¡Todo es así!
Entonces comprenderemos que los defectos no son más que el esclarecimiento de las virtudes que nos faltan. Y esta en nosotros combatir, y es este combate con nosotros mismos, es la lucha interior, es ella la más dura, porque no tenemos un enemigo en frente, somos nosotros mismos. Ya no podemos decir: es la culpa de... Somos nosotros, nosotros los responsables de nuestros defectos. ¡No es papá, no es mamá, no es el hermano, no es el marido, no! Somos nosotros los que hemos generado todo eso, porque nos regodeamos en nuestro fango. Es cuando uno se despierta, es cuando de golpe tomamos consciencia de nuestras bajezas que deseamos cambiar que deseamos conocer la posibilidad, la receta para transformar todo eso. Entonces yo les diría esto: es simple cambiar, es suficiente amar cada segundo de vuestras vidas.